sábado, 30 de octubre de 2021

DE LAS PANDEMIAS DE AYER A LAS PANDEMIAS DE HOY

 CONFERENCIA PRONUNCIADA POR EL PROFESOR BATTANER EN LAS JORNADAS DE BIOÉTICA PARA CIUDADANOS.

(SE PERMITE COMPARTIR Y UTILIZAR PARA TRABAJOS SOBRE EL TEMA, PERO CITANDO AUTOR Y FUENTE Y LAS JORNADAS)

De las pandemias de ayer a las pandemias de hoy

 

                                                                                                       Enrique Battaner Arias

 

 

 

Introducción

 

Desearía en primer lugar agradecer a ASENCRO, a la Cámara de Comercio de Oviedo y muy en particular, a Susana Pérez-Alonso, la oportunidad que me han brindado de dirigirme a esta audiencia.


 

La verdad es que mi primer sentimiento ha sido cómo podría, en el breve espacio de media hora, condensar algo de la inmensidad de lo que son, han sido y probablemente serán las pandemias. En una primera aproximación, la Wikipedia nos remite nada menos que a 258 acontecimientos en la Historia humana que pueden ser tratados como tales y que han dejado rastro histórico. Como es lógico, se impone por mi parte una reducción y un resumen a lo que modestamente considero más relevante en nuestras actuales circunstancias.

 

Ahora bien, de los 258 eventos epidémicos que antes he citado ¿Podemos llamar pandemia a todos ellos? Mi respuesta es que sólo a aquéllos en los que las fuentes históricas muestran claramente su carácter generalizado, que no son todos ellos. Además, en el concepto actual de pandemia juegan un papel importantísimo los medios de comunicación, que no se hacen generalizados hasta el siglo XX. En ese sentido, la primera pandemia en el sentido moderno del término no sería otra que la pandemia gripal de 1918, en la que fueron precisamente los medios de comunicación quienes errónea, por no decir maliciosamente, calificaron de “española”.

 

De esta manera trataré como pandemias sólo aquéllas en las que hay referencias a su extensión geográfica generalizada, y dada la lógica limitación de tiempo a que debemos ceñirnos, he querido restringirlas aún más: a las pandemias digamos “literarias” es decir, aquéllas que han encontrado una destacada pluma que las haya descrito. Podríamos citar, por ejemplo, a Tucídides en la Peste de Atenas (430 aJC); las obras de Procopio de Cesarea y de Juan de Éfeso, que nos relatan la llamada Peste de Justiniano (541 AD), una pandemia de peste bubónica con características muy similares a la posterior Peste Negra de 1348, relatada, entre otros, por Giovanni Boccaccio; también citar “El Año de la Peste” de Daniel Defoe, en el que describe de manera vívida la Peste de Londres de 1665; ahora bien, tal diario fue escrito en 1722, ya que en el año de la peste Defoe era un niño de apenas cinco años y su descripción se basa en los relatos de sus mayores. Incluso podríamos citar a un clásico moderno, “La Peste” de Albert Camus; pero este magnífico relato se centra mucho más en la vivencia individual de la pandemia, y en este momento prefiero centrarme en sus consecuencias sociales y científicas.

 

Las Diferencias: COVID-19, una crisis científica

 

A diferencia de las pandemias históricas, la COVID-19 ha contado con dos factores que la alejan radicalmente de aquéllas: Uno, la presencia abrumadora de los medios de comunicación, multiplicada en este caso por el fenómeno revolucionario de Internet; otro, por un conocimiento científico incomparablemente superior al existente en las pandemias citadas. En ese sentido, COVID-19 viene a ser más fácilmente comparable a la pandemia gripal de 1918, salvando las diferencias. Ahora bien, como veremos, hay muchos elementos comunes en todas las pandemias de los cuales es nuestro deber tomar nota y sacar las oportunas conclusiones.

 

También la Peste de Londres (1665 AD) podría ser considerada como “moderna” en el sentido de que en la misma se vio un gobierno (al menos municipal) muy implicado en la prevención y aislamiento de los enfermos, lo que la diferencia, en general, de las pandemias anteriores.

 

La pandemia COVID-19 puede ser tratada como lo que he llamado en otra ocasión “Crisis científica” compartiendo este carácter con otras dos pandemias recientes, de muy diversa naturaleza, pero análogas en su difusión mediática y sus consecuencias sociales: la pandemia de SIDA y la encefalopatía espongiforme bovina (o mal de las vacas locas).

 

Con el nombre de crisis científicas defino el conjunto de situaciones sociales que se producen ante las siguientes circunstancias: (a) un problema de índole sanitaria, técnica o económica que surge inesperadamente; y (b) una percepción por parte del público, errónea o no, de que la ciencia puede resolverlo, igual que ha hecho con otros problemas de parecida índole formal. Pero las crisis científicas tienen, además, otros componentes. Al haber surgido de forma inesperada, no suele haber respuestas científicas claras; al no haberlas, entran en juego, por una parte, lo que llamaremos deformaciones espontáneas, consistentes en especulación, desinformación y anticiencia; y por otra, las deformaciones deliberadas.

Por especulación entendemos el conjunto de teorías que se aventuran ante el problema, no contrastadas con la realidad, y que en términos científicos no pasan de meras hipótesis, con o sin fundamento. Por desinformación, el proceso mediante el cual la jerga con la que el científico se comunica inter pares es deformada a través de su paso por los medios de comunicación, y que ha tenido especial relevancia en la actual pandemia COVID-19; por anticiencia, las alternativas irracionales que se ofrecen como remedio, y que abundan en esa desconfianza hacia el científico que parece ser una de las características de la percepción pública actual de la ciencia. Característicamente, las crisis científicas suelen desembocar en una vuelta a remedios o soluciones que sus proponentes califican de “naturales”.

En las crisis científicas hay también, qué duda cabe, deformaciones deliberadas de la realidad. A río revuelto, ganancia de pescador; y en las crisis científicas abundan los pescadores malintencionados, que agravan irremediablemente las crisis tratando de encontrar un beneficio económico o político. En las crisis científicas la Oposición suele caer en tromba sobre el Poder, con o sin razón, y viceversa. De ahí a la más manifiesta irresponsabilidad no hay más que un paso. Veremos que todos estos factores se han visto, incluso corregidos y aumentados, en la pandemia COVID-19.

 

El causante: el Virus SARS-CoV-2

 

Antes de seguir con esta exposición, me detendré en algún detalle científico de la presente pandemia que tiene de hecho relevancia en su tratamiento y manejo. En primer lugar, el virus SARS-CoV-2 es un virus cuyo genoma es ARN (ácido ribonucleico), y no ADN (ácido desoxirribonucleico) como otros. Esto determina una característica fundamental: que este virus es mucho más mutable que los virus-ADN, `puesto que la molécula de ARN es bastante menos estable químicamente que la de ADN. Por tanto, la aparición de nuevas variantes en este virus no es la excepción, sino la regla. Todos tenemos presentes cómo el virus gripal (que también es un virus-ARN) requiere de diferentes vacunas todos los años debido a su alta mutabilidad. Otra característica es que dados los métodos actuales de la biología molecular, la secuencia total del virus se ha resuelto en los primeros días de la pandemia, dándonos un conocimiento genético completo del mismo. Otro detalle importante, en fin, es que dado este conocimiento de la secuencia del genoma se ha podido contar con vacunas de ARN mensajero en un tiempo anormalmente corto, lo cual hasta el momento sólo se había conseguido en experimentación animal. Además, este tipo de vacunas hace posible la producción extremadamente rápida de las mismas. Todo esto hace que la pandemia COVID-19 haya sido diferente de la pandemia gripal de 1918, aunque en sus consecuencias las diferencias no hayan sido tan grandes.

 

Otro detalle diferenciador ha sido la constatación de que en la patogenia de la enfermedad, y como causa importante de letalidad, ha tenido lugar la llamada “tormenta de citokinas”, una reacción exagerada de nuestras defensas que hacen al remedio natural peor que la propia enfermedad; y que, al parecer, debió ser asimismo la causa de la elevada mortalidad observada en la gripe de 1918.

 

Esta es parte de la secuencia genética del virus SARS-CoV-2:








 

 

 

 

 

 

 

 


 

Estructura
molecular del virus:

 


 

 

Dos Pandemias históricas

 

En esta exposición sobre pandemias de ayer y de hoy trataré comparativamente la actual COVID-19, con dos pandemias históricas: la Peste de Atenas del 430 aJC y la Peste Negra de 1348. Ambas han sido descritas por autores de auténtico lujo: La primera, por Tucídides, en el Libro Segundo de su monumental “Historia de la Guerra del Peloponeso”; la segunda, en la introducción a la Jornada Primera del no menos monumental “Decamerón” de Giovanni Boccaccio.

                                                                                                                                                     

Ninguna de las dos puede ser considerada como “Crisis científica” en el sentido definido antes. Ahora bien, su descripción ofrece muchos puntos en común con la actual pandemia COVID-19, por lo que creo que de su estudio podemos sacar conclusiones interesantes para enfrentarnos a la actual pandemia y a las que puedan venir en el futuro.

 


 

La  Peste de Atenas asoló a Grecia, pero fundamentalmente a la ciudad de Atenas, en el segundo año de la Guerra del Peloponeso (430 aJC), que enfrentó a Atenas, una potencia marítima, y sus aliados (más bien satélites), con la Liga del Peloponeso comandada por Esparta, una potencia terrestre. Atenas y toda la población del Ática se encerró dentro de los Muros Largos que abarcaban desde la ciudad propiamente dicha hasta el puerto de El Pireo; de ahí que el hacinamiento de la población encerrada en el recinto urbano fue el medio de transmisión idóneo para la propagación del mal. A partir de la descripción de Tucídides no queda clara la naturaleza patológica de la epidemia; a pesar de su nombre, está claro que no se trató de peste bubónica; la mayoría de los autores se inclinan por una epidemia de fiebre tifoidea; a mi entender pudo también tratarse de tifus exantemático. Su carácter pandémico queda bien descrito por Tucídides cuando afirma que la epidemia se originó en Etiopía desde donde bajó a Egipto y Libia, extendiéndose después a todos los dominios del Gran Rey (de Persia) con lo cual abarcaba las tres partes del mundo conocido de entonces: África, Asia, y por último, Europa.

 


 

La Peste Negra de 1348 fue la culminación de una serie de brotes de peste bubónica (cuyo origen puede que sea la mencionada Peste de Justiniano) que asolaron el Viejo Continente procedente del Asia Central y ligada a la migración de la rata negra (Rattus rattus). Apareció en el enclave genovés de Caffa (en Crimea) entre el ejército mongol que la asediaba, y que al parecer, arrojaron cadáveres infectados mediante catapultas para forzar la rendición. De allí se trasladó por vía marítima hasta llegar a Messina, en Sicilia, en 1347, de donde pasó a la península itálica y de ahí a toda Europa, dando a 1348 el carácter de Año de la Peste. Se estima que produjo entre 50 y 200 millones de muertos.  Su naturaleza patológica queda bien clara a partir de la descripción que de la misma hace tanto Boccaccio en la obra ya mencionada así como muchos otros autores: se trataba de peste bubónica, enfermedad causada por la bacteria Yersinia pestis que se transmite desde la rata al hombre a través de las picaduras de pulga.

 

                                                                          

Las Similitudes

 

Trataré a continuación de las similitudes entre las dos epidemias citadas con la actual pandemia COVID-19.

 

Ineficacia de las medidas inmediatas, humanas o divinas

 

Tucídides señala que “los médicos desconocían la enfermedad” y eso es lo que aquí nos ocurrió hasta que empezó a conocerse la auténtica naturaleza de la misma. Boccaccio, por su parte, nos señala, además, la ineficacia de las súplicas dirigidas a la divinidad.

Los médicos no acertaban el remedio, porque al principio desconocían la enfermedad y muchos de ellos morían los primeros al visitar a los enfermos. No aprovechaba el arte humana, ni los votos ni plegarias en los templos, ni adivinaciones, ni otros medios de que usaban… No bastaba buena complexión, ni buen régimen para eximirse del mal. (Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso)

No valiendo contra ella ningún saber ni providencia humana (como la limpieza de la ciudad de muchas inmundicias ordenada por los encargados de ello y la prohibición de entrar en ella a todos los enfermos y los muchos consejos dados para conservar la salubridad) ni valiendo tampoco las humildes súplicas dirigidas a Dios por las personas devotas no una vez sino muchas ordenadas en procesiones o de otras maneras. (Boccaccio, Decamerón)

 

Todos hemos sido dolorosamente conscientes de la oscuridad en la que se movía nuestro sistema sanitario en los primeros días de la pandemia respecto a las medidas a tomar. Que si eran necesarias o no las mascarillas. Que si se podían permitir aglomeraciones. Que si la transmisión era aérea o por contacto en superficies. Que si la transmisión aérea era a través de gotas de Flügge o por aerosoles; la idoneidad de la desinfección de superficies; por no hablar de la existencia o no de comités de expertos.

Asimismo, la elevada mortalidad en los profesionales sanitarios vista en los primeros momentos de la pandemia es indicativa de la naturaleza “sorpresiva” de la pandemia.

 

Ineficacia de la Medicina convencional

 

“No se trataba de un mal ordinario”, nos dice Tucídides; y “no parecía que valiese o aprovechase consejo de médico o virtud de medicina alguna” encontramos en el Decamerón.

Nada más natural que ello, porque como la índole de la enfermedad sobrepasó a todo lo que pueda decirse, cayó sobre cada hombre con más violencia de la que tolera la naturaleza humana, y sobre todo por lo que sigue mostró que no era uno de los males ordinarios. (Tucídides, op.cit.)

No parecía que valiese ni aprovechase consejo de médico o virtud de medicina alguna; así, o porque la naturaleza del mal no lo sufriese o porque la ignorancia de quienes lo medicaban (de los cuales, más allá de los entendidos había proliferado grandísimamente el número tanto de hombres como de mujeres que nunca habían tenido ningún conocimiento de medicina.( Boccaccio, op.cit.)

Esta pandemia apareció con una característica inesperada: la llamada “tormenta de citokinas” que podemos describir aproximadamente como un exceso en la respuesta defensiva del organismo ante el virus, siendo peor el remedio que la enfermedad. Hoy se piensa que la alta mortalidad de la pandemia gripal de 1918 fuera debida a un mecanismo parecido.

 

Pasado el primer choque, la Medicina convencional ha encontrado grandes dificultades en el manejo de la enfermedad, hasta que se han protocolizado los procedimientos diagnósticos y terapéuticos.

 

 

Silenciamiento de otras patologías

 

Tucídides señala que “el año de la peste fue muy saludable en cuanto a otras enfermedades” y evidentemente se refería al mismo fenómeno que ha ocurrido con la pandemia COVID-19: En primer lugar, los propios pacientes se resisten a acudir allá donde pueden ser contagiados, y por otra parte, el sistema sanitario está volcado en el tratamiento de la pandemia, con ocupación de UCIs y quirófanos que en otras circunstancias estarían dedicados a otras patologías.

 

Aquel año, según la opinión común, fue muy saludable en cuanto a la otras enfermedades, y si uno tenía de antes alguna, todas acabaron en ésta. (Tucídides, op.cit.)

 

Ha sido notorio el descenso estadístico en otras patologías a lo largo de 2020 y 2021, y muy en particular en las que son objeto de exámenes de tipo preventivo, (por ejemplo, el cáncer de mama). Se estima que los diagnósticos de cáncer (en general) decayeron en un 20 % en dicho período. Ello ha sido debido sin duda a la sobresaturación del sistema sanitario.  Lo mismo puede decirse de los diagnósticos de ictus o de infartos de miocardio.

 

 

Inobservancia de leyes, divinas y humanas - Subversión del Orden Social

Los autores citados, tanto uno como el otro, nos señalan lo frágil del cumplimiento de la ley ante la realidad de la epidemia. Tucídides nos dice que “fue el comienzo de un mayor desprecio por las leyes” mientras que Boccaccio señala la caída de “la reverenda autoridad de las leyes, tanto divinas como humanas”

Además, la epidemia fue para la ciudad el comienzo de un mayor desprecio por las leyes. Pues la gente se atrevía más fácilmente a lo que antes encubría cuando lo hacía para satisfacer su gusto, ya que veían que era repentina la mudanza de fortuna entre los ricos que morían de repente y los pobres que nada poseían antes y al punto eran dueños de los bienes de aquéllos. (Tucídides, op.cit.)

Y en tan gran aflicción y miseria de nuestra ciudad, estaba la reverenda autoridad de las leyes, de las divinas como de las humanas, toda caída y deshecha por sus ministros y ejecutores que, como los otros hombres, estaban enfermos o muertos o se habían quedado tan carentes de servidores que no podían hacer oficio alguno; por lo cual le era lícito a todo el mundo hacer lo que le pluguiese. (Boccaccio, op.cit.)

En el caso de la Pandemia COVID-19, la inobservancia de leyes ha tenido lugar en un marco más restrictivo que en las pandemias citadas. Las infracciones más habituales fueron las relativas al uso de las mascarillas, al mantenimiento de la distancia interpersonal o las aglomeraciones de personas por encima de aforos permitidos.

Las sanciones impuestas en el primer estado de alarma llegaron hasta casi 1.400.000 , pero sólo se sustanció un total de 160.000. Aunque las sanciones podían llegar hasta los 30.000 €, en la mayoría de los casos se mantuvo el nivel mínimo, siendo la media 732 € y una recaudación total de 115 millones de euros.

Muchas infracciones de la ley han tenido lugar en forma de fiestas “privadas” y de botellones.

Podríamos mencionar aquí las disposiciones del Gobierno que el Tribunal Constitucional ha declarado inconstitucionales.

Las sanciones impuestas en el primer estado de alarma llegaron hasta casi 1.400.000 , pero sólo se sustanció un total de 160.000. Aunque las sanciones podían llegar hasta los 30.000 €, en la mayoría de los casos se mantuvo el nivel mínimo, siendo la media 732 € y una recaudación total de 115 millones de euros.

Abandono de la propiedad

Boccaccio describe cómo “las más de las casas se habían hecho comunes y así las usaba el extraño, si se le ocurría, como las habría usado el propio dueño”.

Todo lo cual podían hacer fácilmente porque todo el mundo, como quien no va a seguir viviendo, había abandonado sus cosas tanto como a sí mismo, por lo que las más de las casas se habían hecho comunes y así las usaba el extraño, si se le ocurría, como las habría usado el propio dueño. (Boccaccio, op.cit)

En la actual pandemia COVID-19, han aumentado los casos de ocupaciones ilegales de viviendas propiedad de particulares y empresas. Y en la mayoría de las ocasiones, quienes están detrás son mafias que hacen negocio facilitando el acceso ilegal. No han ayudado disposiciones gubernamentales como la prohibición de desahucios y otras medidas. Es decir, el problema crónico de la ocupación ilegal se ha agravado.

 

Alteración de las relaciones familiares

 

“Hasta los familiares abandonaron la costumbre de las lamentaciones por los muertos”, nos dice Tucídides; mientras que en el Decamerón, a Boccaccio le asombra el hecho de que incluso padres y madres evitaban visitar y atender a sus hijos.

 

Finalmente, hasta los familiares abandonaron la costumbre de las lamentaciones por los muertos, vencidos por el exceso de infortunio. (Tucídides, op.cit)

Y no digamos ya que un ciudadano esquivase al otro y que casi ningún vecino tuviese cuidado del otro, y que los parientes raras veces o nunca se visitasen, y de lejos: con tanto espanto había entrado esta tribulación en el pecho de los hombres y de las mujeres, que un hermano abandonaba al otro y el tío al sobrino y la hermana al hermano, y muchas veces la mujer a su marido, y lo que mayor cosa es y casi increíble, los padres y las madres a los hijos, como si no fuesen suyos, evitaban visitar y atender.(Boccaccio, op.cit.

En la Pandemia COVID-19, el aspecto más delicado de las relaciones familiares ha tenido lugar con motivo de los confinamientos, y muy en particular en las residencias de ancianos en las primeras semanas de la pandemia.  Por otra parte, las alteraciones de la vida familiar no han obedecido a un patrón común. Al parecer, de los tres modos posibles, a saber: (1) Relaciones intensificadas e incluso fortalecidas; (2) sin cambios notorios y (3) conflictividad aumentada, vienen a repartirse equitativamente en todas las encuestas realizadas. 

 

Degradación de los rituales

 

En las dos pandemias referidas, los autores muestran gran escándalo por la degradación de los rituales funerarios. Tucídides señala cómo se aprovechaban las piras funerarias ajenas y Boccaccio las procesiones fúnebres. 

Todos los ritos antes seguidos para enterrar fueron trastornados y enterraba cada cual como podía. Muchos incluso acudieron a impíos modos de enterrar por falta de las cosas necesarias, causa de que ya se les habían muerto muchos parientes; iban a las piras de otros, adelantándose a los que las habían apilado, y unos ponían encima su muerto y prendían fuego, mientras que otros echaban desde arriba el suyo cuando se estaba quemando otro y se iban. (Tucídides, op.cit.)

Sacaban de sus casas los cuerpos de los ya finados y los ponían delante de sus puertas (donde, especialmente por la mañana, hubiera podido ver un sinnúmero de ellos quien se hubiese paseado por allí) y allí hacían venir los ataúdes, y hubo tales a quienes por defecto de ellos pusieron sobre alguna tabla. Tampoco fue un solo ataúd el que se llevó juntas a dos o tres personas; ni sucedió una vez sola sino que se habrían podido contar bastantes de los que la mujer y el marido, los dos o tres hermanos, o el padre y el hijo, o así sucesivamente, contuvieron. Y muchas veces sucedió que, andando dos curas con una cruz a por alguno, se pusieron tres o cuatro ataúdes, llevados por acarreadores, detrás de ella; y donde los curas creían tener un muerto para sepultar, tenían seis u ocho, o tal vez más. (Boccaccio, op.cit.)

 

En la pandemia COVID-19, la mayor tensión registrada en los ritos habituales de tránsito se dio en la primera oleada de la pandemia cuando las agencias funerarias de las grandes ciudades no daban abasto en el manejo de la situación por el elevado número de entierros. De ahí que llamara la atención la portada de un diario que publicó el aspecto que ofrecía el Palacio del Hielo de Madrid, donde se acumulaban los féretros así como el hallazgo por parte de personal militar de la UME de personas fallecidas prácticamente abandonadas en residencias de mayores.

Por otra parte, las disposiciones legales de aforos y distanciamiento social han afectado profundamente al culto religioso y a los ritos de tránsito asociado: Bodas, bautizos, comuniones, confirmaciones, etc.  Igualmente se han visto afectado los rituales festivos.

 

 

El Enemigo Externo

 

Una constante en prácticamente todas la pandemias, ante la impotencia manifiesta que la sociedad constata ante el mal, es la búsqueda de un enemigo externo. En el caso de la peste de Atenas, la cuestión estaba clara: los peloponesios habrían envenenado los pozos; pues como señala Tucídides, en aquel entonces los atenienses no disponían de fuentes. En la Peste Negra, aunque Boccaccio no lo recoge, las culpas fueron proyectadas sobre los infieles mongoles que arrojaron cadáveres infectados a los genoveses en Caffa o bien sobre los judíos, víctimas de matanzas sobre todo en Europa Central, coincidentes con el movimiento de “Flagelantes”.

 

Comenzó éste primeramente, según se dice, en Etiopía, que está al sur de Egipto, y luego bajó a Egipto y Libia y a la mayor parte del imperio del Rey. En Atenas surgió de repente, y donde primero atacó a la gente fue en el Pireo, hasta el punto que se dijo que los peloponesios habían envenenado los pozos, pues todavía no había allí fuentes. (Tucídides, op.cit.)

 

En cuanto a la pandemia COVID-19 nos encontramos dos “enemigos externos”. Uno es la República Popular China. Ciertamente la opacidad oficial del gobierno chino no ha ayudado a despejar esta creencia; así como el hecho, por cierto indiscutible, de un origen cuando menos sospechoso: la epidemia surge en el mismo lugar en el que China mantiene un importantísimo centro virológico. Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud ha actuado de una manera bastante sospechosa en cuanto a defender los intereses chinos.

 

Ha surgido también un “enemigo externo” de otra índole, aunque relacionado remotamente con el anterior. Se trata del llamado Nuevo Orden Mundial (NOM), o del Gran Reseteo, o de la propia Agenda 2030. Según estas creencias, el NOM sería el causante último de la pandemia para acelerar los fines de la Agenda 2030. Estas creencias aparecen frecuentemente en los colectivos antivacunas, llegando incluso a postular que la vacunación contra el COVID-19 es una forma oculta de sometimiento a dicha Agenda.

 

 

Aparición de pseudomedicinas

 

En todas las grandes pandemias, ante los relativos fracasos de la Medicina convencional, aparecen los remedios alternativos que surgen gracias a la desconfianza popular y a la picaresca que suele acompañar este tipo de eventos.

 

Tanto la Peste de Atenas, como la Peste Negra o, más vívidamente, La peste de Londres relatada por Daniel Defoe han visto la aparición de todo tipo de remedios “populares”, muy a menudo coincidiendo con estafas.

 


 

La Pandemia COVID-19 no ha sido excepción. Entre pseudomedicinas y asimilados podemos señalar

 

        MMS (Miracle Mineral Solution, clorito sódico),

        Terapias alternativas: homeopatía, ozonoterapia, carvativir

        Negacionismo

        Conspiranoia

        Antivacunas

        Infodemia

 

 

Los Aprovechados

 

Boccaccio nos habla en el Decamerón de “La avaricia de los criados que por gruesos salarios y abusivos contratos servían”; La Peste Negra fue la manera de acceso a la propiedad de muchas fortunas que luego surgirían en el Renacimiento. La propiedad rural sufrió toda una revolución, y una de sus víctimas fue lo que iba quedando del feudalismo.

 

La avaricia de los criados que por gruesos salarios y abusivos contratos servían, aunque con todo ello no se encontrasen muchos y los que se encontraban fuesen hombres y mujeres de tosco ingenio, y además no acostumbrados a tal servicio, que casi no servían para otra cosa que para llevar a los enfermos algunas cosas que pidiesen o mirarlos cuando morían; y sirviendo en tal servicio, se perdían ellos muchas veces con lo ganado. (Boccaccio, op.cit.)

 

 

En la Pandemia COVID-19 Han aparecido múltiples tipos de estafa relacionados con la pandemia. Los más habituales en nuestro medio han sido (1) Realización de test diagnósticos falsos; (3) Falsificación de certificados médicos; (3) Falsas vacunaciones;  (4) el fenómeno de Corona-phishing: aparición de ONGs falsas que recaudan dinero para presuntamente combatir la pandemia; y (4) todas las relacionadas con las seudomedicinas.

 

 

Modos de vida: austeridad y aislamiento

 

En la Peste Negra, Boccaccio nos señala tres aproximaciones vitales a la pandemia. Una es seguir una vida moderada, alejada de todo lo superfluo, “usando con gran templanza de comidas delicadísimas y de óptimos vinos, huyendo de todo exceso”.

Y había algunos que pensaban que vivir moderadamente y guardarse de todo lo superfluo debía ofrecer gran resistencia al dicho accidente y, reunida su compañía, vivían separados de todos los demás recogiéndose y encerrándose en aquellas casas donde no hubiera ningún enfermo y pudiera vivirse mejor, usando con gran templanza de comidas delicadísimas y de óptimos vinos y huyendo de todo exceso, sin dejarse hablar de ninguno ni querer oír noticia de fuera, ni de muertos ni de enfermos, con el tañer de los instrumentos y con los placeres que podían tener se entretenían. (Boccaccio, op.cit.)

En la Pandemia COVID-19 esta aproximación ha sido, por llamarla de alguna manera, la “oficial”; es decir, la preconizada por los gobiernos y por las agencias de salud supranacionales como la OMS.

Modos de vida: Carpe diem

 

Otra manera de ver las cosas sería lo que podemos llamar el “Carpe diem”. Tucídides señala que los pobres que heredaban bienes de los ricos “no pensaban sino en gastarlos pronto en pasatiempos y deleites” ya que “no tenían esperanza de gozarlos mucho tiempo”. Boccaccio, por su parte, describe a quienes “afirmaban como medicina certísima era beber mucho y el gozar y andar cantando y divirtiéndose, satisfaciendo el apetito con todo aquello que se pudiese” 

Los pobres que heredaban los bienes de los ricos, no pensaban sino en gastarlos pronto en pasatiempos y deleites, pareciéndoles que no podían hacer cosa mejor no teniendo esperanza de gozarlos mucho tiempo, antes temiendo perderlos enseguida y con ellos, la vida. Y no había ninguno que por respeto a la virtud, aunque la conociese y entendiese, quisiera emprender cosa buena, que exigiera cuidado o trabajo, no teniendo esperanza de vivir tanto que la pudiese ver acabada.(Tucídides, op.cit)

Otros, inclinados a la opinión contraria, afirmaban que la medicina certísima para tanto mal era el beber mucho y el gozar y andar cantando de paseo y divirtiéndose y satisfacer el apetito con todo aquello que se pudiese, y reírse y burlarse de todo lo que sucediese; y tal como lo decían, lo ponían en obra como podían yendo de día y de noche ora a esta taberna ora a la otra, bebiendo inmoderadamente y sin medida y mucho más haciendo en los demás casos solamente las cosas que entendían que les servían de gusto o placer. (Boccacio, op.cit.)

Entre nosotros, en la actual pandemia, esto se ha reproducido en el fenómeno de esas fiestas “privadas” y botellones saltándose todas las normas dictadas por las agencias gubernamentales.

 

Modos de vida: el Justo Medio

Algunas aproximaciones a la pandemia han buscado ciertamente un justo medio en algunas comunidades, en las que se ha tratado de encontrar un equilibrio “entre Salud y Economía”, cuestión no ajena al enfrentamiento político. Ahora bien, como en casi todo lo relacionado con esta pandemia, nos falta una perspectiva estadística objetiva y desapasionada.

Muchos otros observaban, entre las dos dichas más arriba, una vía intermedia: ni restringiéndose en las viandas como los primeros ni alargándose en el beber y en los otros libertinajes tanto como los segundos, sino suficientemente, según su apetito, usando de las cosas y sin encerrarse, saliendo a pasear llevando en las manos flores, hierbas odoríferas o diversas clases de especias, que se llevaban a la nariz con frecuencia por estimar que era óptima cosa confortar el cerebro con tales olores contra el aire impregnado todo del hedor de los cuerpos muertos y cargado y hediondo por la enfermedad y las medicinas. (Boccaccio, op.cit.)

 

¿Qué hemos aprendido de la pandemia?

1. Desde el punto de vista científico, mucho y en mi opinión, muy bueno. Las vacunas de ARN mensajero han demostrado su viabilidad en humanos y abren muchísimas posibilidades de ser aplicadas a otras patologías, infecciosas, neoplásicas o autoinmunes, por ejemplo. Su mayor ventaja es la posibilidad de manufactura muy rápida ante el surgimiento de variantes víricas. Además, su síntesis está enormemente facilitada por los métodos actuales de Biología Molecular. Su principal inconveniente radica en la inestabilidad química del ARN, aunque esto podrá ser solventado gracias a nuevas formulaciones farmacéuticas que sin duda ya están en vías de desarrollo.

2. Igualmente notable ha sido el rápido desarrollo de procedimientos diagnósticos, bien sea del tipo PCR, test de antígenos o test de anticuerpos, y su generalización

3. El desarrollo de antivirales ha sido más lento (digamos que con la lentitud propia de este tipo de desarrollos, no como las vacunas, que han sido anormalmente rápidas) pero hoy contamos con molnupiravir (desarrollado por Merck) y PF-07321332 (desarrollado por Pfizer).

4. Desde el punto de vista patológico, esta pandemia nos ha enseñado la extraordinaria importancia que tiene la correcta modulación de la respuesta inmune. La mayor parte de la mortalidad (excluyendo otras causas) ha sido debida a la tormenta de citokinas). Asimismo, ha sido importante el desarrollo de niveles intermedios de cuidado respiratorio (intermedio entre UCI y hospitalización convencional) Igualmente importante es señalar los efectos sociales y económicos que ha tenido la pandemia para tratar de sacar conclusiones relevantes.

5. En primer lugar, el Estado (bien sea el Central o las Comunidades Autónomas) ha estado presentes a lo largo de la pandemia en una medida mucho mayor que en las pandemias históricas. Ello se debe a la mayor fuerza intrínseca del Estado, por una parte, y a la omnipresencia de los medios de comunicación, por otra. Entre estos últimos hay que destacar sin lugar a dudas la importancia de Internet y de las Redes Sociales (para bien y para mal).

6. Evidentemente, ha habido fallos importantes en la respuesta política, que están en la mente de todos, siempre disculpables por lo inesperado de la situación. Pensemos más bien en el éxito que en general han tenido las campañas de vacunación, llevadas a cabo por las Comunidades autónomas.

7. Creo necesario señalar el magnífico comportamiento del sector público, tanto en lo que se refiere a sanidad como en la enseñanza (sin desmerecer tampoco al sector privado, al que se debe el rápido desarrollo de las vacunas). Ciertamente, el sistema sanitario ha sido sometido a un stress realmente importante, más si cabe que en la pandemia gripal de 1918 (aunque entonces la práctica sanitaria era muy distinta)

8. Cabe destacar también el magnífico comportamiento no ya del sector público, sino del público en general. Las infracciones, aun cuando publicitadas por los medios, han sido la excepción en comparación con el comportamiento del público.

9. Otra cuestión importantísima ha sido la deslocalización del lugar de trabajo, o en otras palabras, el efecto del teletrabajo a partir de ahora. Discutirlo nos llevaría bastante más tiempo del que disponemos aquí.

10. No quisiera terminar sin señalar el papel desempeñado por la Unidad Militar de Emergencias en esta pandemia, y que vemos prolongado por su papel en la tragedia de La Palma. Evidentemente, podría haber mencionado a muchos otros colectivos que han destacado por su papel en la pandemia. Pero éste en concreto me ha suscitado una reflexión ulterior:

El concepto de Defensa Nacional debe ser ampliado y ensanchado en la medida de lo posible. Los enemigos en nuestro tiempo no sólo son unidades acorazadas, aeronaves o buques de combate. Esta pandemia ha demostrado que un enemigo poderosísimo pueden ser  una pequeña partícula de unos pocos nanómetros de longitud; pero también un código malicioso infiltrado en nuestros sistemas de información; así como erupciones volcánicas, movimientos sísmicos, o impactos de asteroides. Por ello es necesario, sobre todo, crear una conciencia pública de Defensa Nacional que abarque todas estas eventualidades y muchas otras que puedan acaecer, con sus correspondientes dotaciones presupuestarias

La próxima pandemia puede tardar otros cien años en aparecer; pero también puede aparecer al mes que viene. Y es necesario estar preparados para ello de manera que podamos evitar el desconcierto inicial que lastró nuestra primera respuesta.



 

Referencias

 

1. Tucídides, “Historia de la Guerra del Peloponeso”, traducción de Francisco Rodríguez Adrados. Biblioteca Clásica Hernando, Madrid 1967

 

2. Boccaccio, Giovanni “El Decamerón”, traducción y notas de Sergio Cortez, edición on-line, y

https://freeditorial.com/es/books/el-decameron

 

3. Ilustraciones:

Peste de Atenas: cuadro de Michael Sweerts, c. 1652–1654; tomado de https://www.france24.com/es/20200420-historia-pandemias-peste-atenas-primera-epidemia-documentada.

Mapas: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-10182011000500013

http://www.paginasobrefilosofia.com/html/bachi2/grecia3/mapatica.htm

 

 Peste Negra: Ciudadanos de Tournai enterrando víctimas de la peste negra. Miniatura de Pierart dou Tielt, c. 1353. Tomada de https://sites.google.com/site/historiadelapestenegra2/el-arte-de-la-peste

Mapas:  https://didacta-sociales.blogspot.com/2015/01/la-crisis-del-siglo-xiv.html