Desde hace meses desde ASENCRO, Asociación de Usuarios y
Pacientes, advertimos de la importancia del lenguaje, en toda faceta de la
vida, pero más durante situaciones en los que el nerviosismo puede llevar a un estrés
social insoportable. Nadie nos hizo caso, absolutamente nadie.
Cuando vi la palabra antídoto, en referencia a la vacuna,
escribí que no entendía el motivo de usarla, que si era una vacuna no era un antídoto
exactamente. Dio lo mismo lo explicado una y otra vez: antídoto.
Después empecé a leer vacuna sin cesar. Supongo que el
nombre viene de vacca y es por la viruela
y la población, en general, entiende que vacunar es igual a inmunizar. Y se
empezó a unir vacuna con inmunidad. Una vacuna no necesariamente inmuniza al
100% ni siquiera tiene que ser duradero su efecto, pero eso no se explicó,
jamás. Se insistía en las redes
sociales, medios de comunicación e incluso lo decían las autoridades, en unir
vacuna con inmunización, y dio igual lo que dijésemos quienes pedíamos explicar
claramente que en este caso, como en otros, no era lo mismo. Que se dejasen de
usar eufemismos que podían tener malas consecuencias en un futuro muy cercano.
Insultos, agresiones verbales, descalificaciones a granel, fue lo que recibimos
quienes defendíamos contar LA VERDAD, eso es lo que recibimos. En honor a la
verdad y elevada queja al Ministerio de Sanidad se nos dio la razón. Textualmente
se nos indicó: Estamos de acuerdo en que
vacunación e inmunización no son términos sinónimos por lo que deben ser
utilizados de forma correcta y oportuna. Un ejemplo sería informar de las
“personas que han recibido dosis de vacuna”, sin utilizar “personas que han
sido inmunizadas”. No importó que hasta el propio Ministerio nos diese la
razón: las autoridades autonómicas siguieron diciendo inmunizar, ahí están las hemerotecas.
Inocular, vacunar, inmunizar, antídoto… Eso es lo que nos
ha traído al punto en el que estamos: los eufemismos. Al fin, es suavizar una
situación con el lenguaje, pero el eufemismo, al final, torna en mentira.
La verdad es que este patógeno da miedo, al menos a mí,
mucho miedo. Que no se ha podido probar su transmisión de animal a humano, al
menos yo no lo he visto. El pangolín, el murciélago… Cuando no se sabe más vale
decir la verdad: no sé. Que la vacuna/antídoto es una vacuna que NO inmuniza,
que salva de situaciones de muerte en una gran parte de los casos, pero no de
reinfecciones, transmisión o no contagiarse. Que ante esto no existe inmunidad
de rebaño. Pero tuvimos que escuchar la letanía de la inmunidad de rebaño
durante meses, y nadie decía nada, nadie… Pero se filtraban noticias de
contratos secretos con las farmacéuticas; nadie hizo caso en España a la
recomendación del Comité de Bioética de Europa de la conveniencia de firmar
Consentimiento Informado en las vacunaciones. Nosotros los enviamos ya
confeccionados al Consejero de Sanidad, que ni respondió como es norma en él:
ni responder.
Ahora toca el llamado Pasaporte Covid y ya advertimos que
sirve de nada o de poco. Quita el miedo a algunos ciudadanos, pero poco más a
nivel práctico. Y el miedo puede ser muy práctico en determinadas situaciones y
esta es una de ellas. Un vacunado de COVID puede contagiar. No voy a entrar en qué
% respecto a un no vacunado, pero contagia, por lo tanto podemos tener miles de
asintomáticos vacunados que van por el mundo dispersando el virus. Es evidente
que en España tenemos menos % de no vacunados, ergo, el contagio no va a ser
igual por una simple cuestión matemática. Seguro que alguien dirá que no, que
hablará de siete días en unos, catorce en otros, u opondrá la carga viral, pero
es lo mismo: un vacunado con pasaporte puede contagiar, sin eufemismo alguno,
así de claro y así de simple. Da igual que nos inunden de palabras como pre
print, estupidez máxima, que significa un sucio, es decir: un trabajo sin
revisión de ningún tipo, por nadie. Alguien hace un trabajo, lo suelta y dice:
el pre print de X demuestra que… Y no, un sucio no demuestra nada, jamás.
En invierno el virus no mata más al volverse loco
encantado con la bajada de temperaturas, simplemente nosotros estamos más en
interiores no ventilados, también así de simple y triste. Pero anteponemos el
consumo a la vida humana sin decirlo. Y es lógico: la gleba no se terminó con
el asesinato de los Zares, no. La gleba sigue existiendo y va a trabajar cada
día en autobuses llenos, con mascarillas, en el mejor de los casos, quirúrgicas
y usadas demasiadas veces. La gleba trabaja en lugares mal ventilados, la gleba
sigue existiendo. No podemos mandar a trabajar y prohibir el consumo, las
aglomeraciones, eso no lo hará nadie, seguiremos en el eufemismo, en la mentira
de ocultar que sin prevención, la vacuna, sirve relativamente. Pan y circo, ese
es el mandato. Nada nuevo. El mundo ni cambia ni cambiará, en todo caso a peor.
Y ahora, ante tanto eufemismo y mentira, muchos se alzan y exigen la verdad y
ante esto el poder responde enviando un mensaje terrorífico: la Pandemia de los
no vacunados… Jamás pensé que vería algo similar, nunca. Se exige identificar a
los no vacunados, en vacunarlos a la fuerza, en saltarse totalmente las reglas
que han regido durante años en los países civilizados. Tanto daño hacen los
anti vacunas y negacioncitas como quienes proponen semejantes aberraciones, el
mismo daño. Así ni podemos ni debemos seguir, lleva a lugares sombríos y a
situaciones muy poco deseables. Si hablasen de la Pandemia de los negacionistas
hasta aplaudiría, pero esto no. Lo lamentable es que los primeros negacionistas
fueron las autoridades, en España, Europa y medio mundo. No pasaba nada, pero
sí, claro que pasaba y sigue pasando. Esto no es ningún sucio, no es ningún pre
print sin revisar por doble pares, es algo que vengo repitiendo desde ENERO DEL
AÑO 2020 con nulo éxito.